Unos meses después del lanzamiento del que era un Mercedes radicalmente distinto a lo que se conocía hasta la fecha aparecieron en determinados medios internacionales unas tremendistas fotos de un vehículo que, supuestamente, había tenido un accidente causado por problemas de estabilidad. Según parece, bastaba con circular a unos 60 kilómetros por hora y realizar una brusca maniobra con el volante para encontrarse en serios problemas que fácilmente podían terminar en vuelco. Hasta entonces, prácticamente nadie había oído hablar de la llamada prueba del Alce, pero aquella situación la hizo mundialmente famosa y puso en entredicho la capacidad del nuevo benjamin de la familia Mercedes para ofrecer una buena seguridad activa.
Los 3,61 metros de longitud del Clase A de 1998 pero, sobre todo, la combinación del alto centro de gravedad ocasionado por una altura de 1,72 metros, una anchura de vías de sólo 1,5 metros en el eje delantero y 1,45 en el trasero, y la existencia de neumáticos con un perfil relativamente alto, ponían en compromiso la seguridad activa del conjunto. Como dichos parámetros no podían variarse en un modelo que ya había salido al mercado, la marca de la estrella convirtió aquel defecto en una gran oportunidad, he hizo que la primera generación del Clase A fuera, después del Mercedes Benz Clase S, el primer coche del mundo que incorporaba de serie, en todas sus versiones, un elemento poco conocido hasta la fecha; el control de estabilidad. De un plumazo desaparecieron los problemas de estabilidad y se limpió la imagen de la marca que, además, llamó a revisión a todos los Clase A vendidos con anterioridad para incorporarles, sin coste alguno, el control de estabilidad.
La segunda generación del Clase A, lanzado en el 2004, tuvo un aumento de longitud que lo llevó hasta los 3,84 metros y añadió además la posibilidad de contar con versiones de tres y cinco puertas en un intento de abrir el abanico de potenciales compradores del modelo haciendo un guiño especial a los más jóvenes, aunque la imagen de monovolumen del conjunto le impidió llegar a ser un verdadero rival de modelos como el ya asentado Audi A3 o el BMW Serie 1, que salió al mercado en el mismo año y cautivó en mayor medida a esos jóvenes que pensaba captar la versión tres puertas del Clase A.
Y así llegamos a la tercera generación, que más que una evolución supone en realidad una total ruptura con sus predecesores. Lanzado en el 2012, la realidad del nuevo Clase A lo sitúa mucho más cerca del Mercedes-Benz Sportcoupé que salió al mercado en el año 2000 y que sólo contó con carrocería de tres puertas. De hecho, aquel modelo tenía una longitud de 4,35 metros con una batalla de 2,72 metros y una altura de 1,4 metros, mientras que el nuevo Clase A tiene una longitud de 4,29 metros con una distancia entre ejes de 2,70 metros y una altura de 1,43 metros, es decir, mucho más cercano al C sportcoupé que a las cotas ofrecidas por el anterior Clase A. Eso sí, el Clase A sólo está disponible con carrocería de cinco puertas, que es la más demandada en el segmento, aunque en esta ocasión seguro que los gestores de Audi y BMW sí ven en él a un duro rival para sus A3 y BMW Serie 1.
Puedes ver más información del modelo en los siguientes artículos:
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